El anillo de Doña Alba, leyenda completa

La leyenda del anillo de doña Alba es uno que ha enriquecido el folklore mexicano durante varios años. Esta historia para muchos, nos ayuda a reflexionar sobre la generosidad y la honestidad, así como también de lo contrario.

Toda esta historia nos remonta de regreso al siglo XX, en un pueblo de México. Ahí vivía Doña Alba, una mujer muy rica, pero que al mismo tiempo, era muy generosa. Todos quienes la conocían, la querían mucho.

Ella era también famosa por sus actos de bondad con los pobres, sobre todo con los niños más pequeños. No era de extrañarse que tuviera tanta gente a su alrededor de todo tipo.

el anillo de doña alba

Pues así como tenía una gran cantidad de amigos, igual poseía enemigos que solo se acercaban por interés. Lo normal en estos casos, pero eso no parecía evitar que siguiera siendo generosa.

Pero la muerte de Doña Alba se acercaba.

El día de su  muerte, ella pidió llamar al sacerdote del pueblo. Le dio una tarea: que repartiera toda su fortuna entre la gente del pueblo. Que todo su dinero fuera utilizado para dar felicidad a los más necesitados.

Llegó el día fatídico y doña Alba murió.

Luego del velatorio, fue enterrada en el cementerio local. Peor uno de los sepultureros notó algo: un tremendo anillo que todavía estaba colocado en su dedo. Esto causó que la avaricia creciera en el corazón del trabajador.

Le comentó a un compañero lo que vio y decidieron robar el anillo luego que todos se hayan ido del cementerio. Y así hicieron, teniendo la madrugada como el escenario de su robo.

Tardaron un par de horas en sacar el ataúd, pues la enterraron bien y profundo. Y abrieron el ataúd:

Ahí estaba doña Alba, con un aspecto bastante tenebroso. Por un momento incluso dudaron en seguir, ante el terror que dicha imagen les provocaba. Pero la ambición pudo más y siguieron.

¿Qué pasó con los sepultureros?

No se sabe a ciencia cierta. El testimonio del sepulturero fue demasiado vago, pero no podía pedir más.

Pero al parecer lo que pasó fue lo siguiente: siguieron intentando quitarle el anillo a doña Alba, cosa que no pudieron. Entonces, decidieron cortarlo y llevárselo con todo y dedo.

Cuando se estaban yendo, a la salida del cementerio, se encontraron a doña Alba. Enfurecida por el robo, los señalaba con su dedo todavía ensangrentado por la reciente amputación.

Eso es lo que pudo rescatarse del relato, el enterrador estaba en muy malas condiciones. Fue encontrado al día siguiente, tartamudeando, pálido y en muy malas condiciones.

¿Y el sepulturero que tomó el anillo? Nadie supo que pasó con él.