La leyenda de la isla del gallo en Oaxaca
Las islas suelen dar un aire de misterio. Sobre todo, cuando estas se encuentran separadas y muy aisladas del resto de la tierra. Ya que uno se pregunta que estará pasando ahí, fuera de la vista de la mayoría de personas.
Este es el caso de la isla del Gallo, un sitio bastante pequeño, pero que cuenta con características que la vuelven muy enigmática. Y al mismo tiempo, gracias a una leyenda que la rodea y vuelve muy interesante.
Conoce la leyenda de la isla del gallo.
Si deseas ir a esta isla, deberás acudir al Lagunas de San José Manialtepec, que se encuentra en las costas de Oaxaca. Es una zona de manglares muy rica, en donde se pueden encontrar una gran cantidad de especímenes.
De hecho no se recomienda mucho a las personas andar sin ningún tipo de cuidado. Ya que podrías terminar por encontrar algunos animales como cocodrilos, que podrían ponerse en peligro.
Pero entre toda esa vegetación, puedes encontrar la ya mencionada isla del gallo. Llamará la atención no solo por estar ahí aislada, sino por ser una extensión de tierra pequeña que casi no cuenta con árboles.
Este paisaje desértico se ve interrumpido por una leve cantidad de pequeños arbustos, lo que nos hace pensar que ahí no vive nadie. Pero al menos hace tiempo, si que tenía un peculiar habitante.
La leyenda cuenta que en ese lugar vivía un cazador de cocodrilos. Un día, encontró un gallo y terminó por adoptarlo, para llevarlo a su hogar. Eran felices, lo tenía como mascota y compañero en ese lugar solitario.
Todos los días al partir, el gallo cantaba al ver que se iba. Y hacía otro canto igual de alegre cuando lo veía regresar. Se adoraban mutuamente, por lo que esta muestra de cariño era una tradición entre ellos.
Un día, el cazador salió a hacer su trabajo como siempre. Ese día no regresó, ya que fue atacado por un cocodrilo y murió debido a ello.
El gallo estuvo esperando que su dueño regrese. Se dice que estuvo ahí incluso años esperando, siempre con paciencia que el cazador vuelva de la cacería. Algo que evidentemente, jamás ocurrió.
Los habitantes de la región aseguran que incluso al día de hoy, pasada la media noche, se le puede oír cantar. Todavía desolado y triste, esperando con impaciencia que su dueño regrese de su salida.
Una historia más que dar miedo, da mucha tristeza.