La bruja de la leche, leyenda colonial corta
Esta es una historia que ocurrió en tiempos de la Nueva España. En ese entonces, existía una mujer que era realmente hermosa. Al verla pasar, no podían los hombres evitar voltear por admiración y las mujeres por envidia.
Pero no solo era bella, también era una persona extremadamente amable, muy buena con los niños. Eso causó que sea muy apreciada por el pueblo, que la consideraban una persona de bien para el lugar.
El origen de la bruja de la leche.
Sin embargo, ocurría algo muy peculiar: cuando ella se aceraba a los bebés, estos no podían parar de llorar. Como si estuvieran muy asustados, cosa que no ocurría con los niños algo mayores. Pero era un detalle menor.
Pasó el tiempo y comenzó un problema: empezaron a desaparecer de sus hogares. Esto por supuesto causó pánico entre la población, que no tenían idea que era culpa de esa mujer.
Ya que en realidad, era una bruja que se alimentaba de los más pequeños. No solo eso, también era experta en hacer magia negra para poder deshacerse de sus enemigos por medio de figuras de cera.
El pueblo estaba exaltado y vigilante. Gracias a eso, una noche una pareja pudo ver como una bola de fuego volaba por en medio del pueblo. Y la siguieron hasta que notaron que sucedió: se transformó en una mujer.
Pero lejos de verse bella como siempre, notaron que era horrible, demostrando su verdadera naturaleza. No tardaron en denunciarla a la Santa Inquisición.
La bruja es encerrada.
Ella se dio cuenta del problema y se encerró en su casa. Sus captores, temerosos de enfrentarse de manera directa, comenzaron a cerrar todas las entradas, ventanas y cualquier lugar por donde pudiera ir al exterior.
La idea era matarla de hambre, pero la bruja no se rendía. Comenzó a llamar al señor oscuro, pidiéndole ayuda. El diablo la ayudó luego de un pacto y sucedió lo impensable: las vacas dejaron de dar leche.
Toda esa leche, brotaba de las paredes del hogar de la bruja, con la cual empezó a alimentarse. Gracias a ello, pudo alargar su vida.
La inquisición se cansó y armó de valor: decidieron entrar a la casa y la arrestaron. Ella proclamó inocencia finalmente, pero al ver que nadie le creía, comenzó a maldecir a todas las personas que se encontraban cerca.
Maldijo incluso al pueblo entero. Su vida terminó cuando fue condenada a la hoguera, donde terminaron con su vida.
Pero al parecer, la maldición surtió efecto, porque se dice que las vacas de dicho pueblo nunca más volvieron a poner leche.
Se dice que ella sigue saliendo a robar niños para alimentarse de su sangre. Hay una costumbre bastante peculiar, que consiste en colocar tijeras en las puertas de las casas. Se piensa que con eso podrán ahuyentarla.
Así que ya lo sabes, si ves unas tijeras colocadas en un hogar, lo más seguro es que las personas en su interior están buscando con toda su fuerza que la bruja de la leche no se acerque a su pequeño.