La leyenda de la casa de los perros, lugar maldito de Guadalajara
La casa de los perros es una finca muy conocida en el centro histórico de la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Su nombre lo toma precisamente por las figuras grandes de perros que puedes encontrar puestas en el techo.
Pero si bien es un sitio de gran belleza, en el fondo esconde una historia de terror macabra. Un sitio que incluso al día de hoy sigue causando cierta incomodidad, a pesar que ahora sea un sitio público y con mucho tránsito de gente.
Contents
La historia de la casa de los perros, una leyenda corta de Guadalajara
Para conocer esta casa, debemos conocer a sus protagonistas. El primero es un hombre llamado Jesús Flores, un viudo que tenia mucho dinero gracias a sus negocios como cafetalero. Pero el dinero no es compañía.
Se encontró interesado en las hijas de una mujer viuda que vivía ahí cerca, por lo que buscó desposarlas. Las dos primeras terminaron por rechazarlo, pero la tercera si quiso casarse con él. Pero no era por amor, ni mucho menos.
Ella vio todo el dinero que poseía el hombre y quiso aprovechar la oportunidad. De hecho al casarse, su primera petición es que le hicieran un piso más a la casa. Todo ello porque argumentó que las familias adineradadas así lo tenían.
El señor Jesús quería complacerla en todo, por lo que mandó a construir el nuevo piso. La ahora Doña Ana, esposa del señor Flores, quiso darle un toque de distinción: un par de figuras de piedra en la parte superior.
Para ello, encargó estatuas de perro desde la ciudad de Nueva York. Fueron colocadas en la parte de arriba y gracias a ello se le conoce ahora como la casa de los perros.
Ahora bien, existía un problema: el señor Jesús ya era alguien entrado en años y Doña Ana todavía joven. Esto daba mucho en que pensar, y los chismes aumentaron gracias a la presencia del mayordomo de nombre José Cuervo.
Se decía que este hombre era el amante de la señora, pues eran casi de la misma edad y se aprovechaban de la avanzada edad del señor.
Con el tiempo, murió el señor Jesús Flores. El mayordomo tenía tiempo manejando los negocios en realidad, por lo que siguió con el trabajo de cafetalero. Y no solo esto, no tardó en fijar boda para casarse con la viuda.
¿El fantasma de Jesús Flores?
Pero la historia no parece acabar ahí para el señor Flores. La pareja no pudo vivir feliz y tranquila en la casa, ya que empezaron a reportar toda clase de sucesos sobrenaturales.
Empezaron a escuchar voces, se movían las cosas, se azotaban puertas y el ambiente se sentía pesado. Era fácil pensar que era el alma de don Jesús, que no parecía muy contento del destino de su hogar y esposa.
Doña Ana y su esposo decidieron que no era un buen lugar para vivir, por lo que se mudaron a otro sitio y vendieron la casa. Parece que no fue del agrado del nuevo dueño, porque pasó a estar deshabitada por mucho tiempo.
Aquí es donde comenzaron a surgir rumores: por ejemplo, se empezó a decir que la persona que pueda estar ahí a media noche y rezar un novenario, iluminado únicamente por las velas, se podría quedar el sitio.
Pero que la gente no lo lograba, ya que reportan que al rezar, voces de ultratumba le respondía los rezos. Parece que ningún valiente estaba decidido a pasar la noche y realizar este acto.
Al final, parece que el sitio logró tener un propósito: en los años 90, el ayuntamiento terminó por adquirir la casa. Y fundó el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas, que hasta la fecha sigue funcionando.