La leyenda del cerro partido en Tamaulipas, una historia de ambición

Cuando hablamos de leyendas, por lo regular pensamos que ocurren en sitios como casas, plazas o cuevas. Pero la leyenda del cerro partido nos muestra como una ubicación como esta puede dar lugar a una historia fascinante.

Todo esto ocurrió en la ciudad de Tamaulipas, siendo protagonizada por un hombre llamado Pancho Rojas. Un hombre trabajador que todas las  mañanas salía a darle de comer a sus borregos, que pastaba en el cerro.

Un día, él se encontraba realizando sus actividades cotidianas cuando ubicó a lo lejos el cerro partido. Lo había visto en otras ocasiones, pero esta vez se le vino a la cabeza una información que le había llegado: la presencia de un tesoro.

la leyenda del cerro partido

Según se decía, en su interior existía un botín formado por oro y joyas, pero que hasta el momento nadie se había atrevido a extraer. Así que puso manos a la obra y se dirigió a ese lugar.

Encontró una cueva muy oscura, y por las características del lugar, se le hizo lógico que pueda estar en el interior. Sería un sitio genial para esconderlo, aunque le daba miedo entrar a un sitio tan oscuro.

Pero el pensamiento de tener todo ese oro a su disposición hizo que se llene de valor y decidió ingresar a probar suerte.

Para su sorpresa, ¡si había un tesoro en el fondo! Por lo que feliz por su suerte, sacó unos costales que tenía y se puso a llenarlo de todo lo que encontró. Sabía que su destino había cambiado y ahora sería un hombre rico.

Inicia la leyenda del cerro partido.

Hasta aquí todo bien, un golpe de suerte para un hombre que se atrevió. Pero ocurrió algo bastante extraño: una vez que tuvo todo lo que quería, se marchó hacia la salida.

Ya que se encontraba saliendo, desde el interior vino una extraña voz que le hablaba. Por supuesto, se asustó y volteó a ver que estaba pasando.

No podía ver nada, al parecer era una ánima que vivía en el interior de la cueva o tal vez el guardián del tesoro. No podía verlo, y la voz tampoco se presentó.

La voz más que nada le estaba dando una advertencia: que podía llevarse todo el oro, pero que debía como recompensa dejar la mitad como ofrenda para la virgen del pueblo. Y luego nada más, no se dijeron más razones ni palabras.

El hombre terminó de escuchar, y se marchó. Al principio estas palabras retumbaron en su corazón y pensó en cumplir lo pedido. A fin de cuentas, a sus espaldas tenía más oro del que podría haber deseado en toda su vida.

Pero cuando pasó frente a la capilla, la ambición pudo más y no dejó nada. Esto lo pagó caro: todo el oro se convirtió en rocas. Y de paso, encontró todos sus borregos muertos, como si una maldición hubiera acabado con todo lo suyo por la ambición desmedida.

Regresó a la cueva, esperando encontrar una solución al problema. Pero por más que buscó, no volvió a encontrarla.

Desde aquel día, se dice que si vas a este cerro, puedes llegar a encontrarte el tesoro. Pero podrás obtener las ganancias de este hallazgo si puedes compartir como te pide la voz.