Las calles de la ciudad de México han sido escenario de una enorme cantidad de historias. La gran mayoría jamás serán contadas, simplemente sus protagonistas sabrán lo que sucedió. Pero algunas si que nos llegan.
La leyenda de la calle del indio triste nos remonta a la era época de la colonia, en donde gracias a los historiadores podemos enterarnos de historias como estas. Que nos permiten conocer un poco más el pensamiento de la época.
¿Qué pasó en la calle del indio triste?
Para ello debemos remontarnos al tiempo del virreinato, en donde muchas personas que vinieron del viejo continente se hicieron millonarios gracias a la conquista. Esto causó la caída de muchos indios, incluidos los nobles.
Muchas personas que eran de los altos círculos de poder indígena habían quedado también bajo la influencia de la corona. Algunos habían podido mantener cierto poder pero no eran independientes, dependían de las decisiones del rey.
En la calle del Carmen, conocida hoy en día como Correo mayor, vivía uno de estos antiguos nobles indígenas. Un cacique que logró conservar algunos privilegios, poseyendo también una fortuna bastante amplia llena de oro, metales preciosos y pieles.
¿Por qué razón podía conservar sus privilegios? Pues el rey aprovechaba su influencia para poder seguir mandando sobre los indígenas, que todavía le seguían conservando respeto. Pero al final esto falló.
No pudo prevenir una rebelión, lo que causó que perdiera la buena voluntad del rey. Y al final era un indígena en tierra de conquistados, lo que causó que perdiera toda su fortuna. Pasó a ser uno más del montón.
Aquí es donde nace la leyenda. Jamás pudo superar que haya perdido todas sus posesiones. A partir de ese día, se fue a sentar siempre en la esquina de donde tenía su hogar. Iba ahí a lamentar su tristeza.
Para ello se sentaba, recogía sus piernas y se ponía a llorar. Lo hacía durante todos los días, hasta el día que murió.
La estatua es un recordatorio.
Lejos de acabar aquí la historia, se dice que los frailes recogieron su cuerpo y lo enterraron en el camposanto de la iglesia de Santiago Tlatelolco. En primer lugar, servía que le daban un entierro completamente cristiano.
Como el suceso se había vuelto famoso, el virrey aprovechó esto y mandó a hacer una estatua en ese preciso lugar. En donde podía verse a un indio lamentándose, con las piernas recogidas y con tristeza.
La idea dice la leyenda que era una forma de darle una lección y mandar un mensaje a otros espías o traidores. Para que entiendan lo que les pasará si traicionaban a la corona. Un recordatorio diario de que no obedecer te hará terminar en un destino trágico y triste, que terminará con tu vida.