La leyenda de la mujer herrada castigada por el demonio

Esta historia de terror ha existido en México desde tiempos de la Nueva España. La primera mención de la mujer herrada data del año 1880, dentro de las páginas del libro conocido como “Tradiciones y leyendas mexicanas”.

La historia habla de un clérigo que vivía en la calle hoy conocida como Santo Domingo.  El cual se sentía sumamente solo, por lo que un día decidió buscar compañía. Para ello, encontró y llevó a una mujer a vivir a su casa.

Eso por supuesto era escandaloso, porque los hombres de Dios tienen que ser célibes y no vivir en pareja. Esto causó especial molestia en el herrero, amigo del clérigo, pero por el momento no hizo nada más.

Una misteriosa visita.

la mujer herrada

Una noche el herrero se encontraba en su taller descansando, cuando tocan a la puerta de manera muy insistente. Abre para saber que pasa y eran dos hombres, negros, que traían con ella una mula negra.

Cuando pregunta sobre que quieren, le contestan que les urgía ponerle herradura nueva al animal. Que no podía esperar para mañana, era algo que necesitaban hacer esa noche, por lo que el herrero puso manos a la obra.

Tomo su martillo, clavos y demás trabajo, poniéndose a realizar el trabajo a pasar de ser tan tarde. Al parecer por alguna razón, pensó que era un encargo de su amigo el clérigo, por lo que se apresuró a terminarlo.

Nace la leyenda de la mujer herrada.

Se cuenta que realizó el trabajo sin mayor contratiempo. Pasó la noche y al día siguiente, junto con otras actividades, decidió ir a visitar a su amigo. Buscaba un poco de plática, además de comentar el suceso de la mula.

Al llegar a la habitación de su amigo, empezaron a comentar sobre la historia. El clérigo soltó una carcajada, comentándole que en realidad él no tenía ninguna mula ni esclavos. Esta historia le pareció divertida y pensó en contarle a su mujer.

Cuando fueron a verla, la encontraron muerta. Pero su sorpresa fue mayor cuando al examinarla, encontraron que sus manos estaban herradas. No solo en un lado, al revisar el siguiente lado se encontraba en las mismas condiciones.

De igual forma, los pies tenían este terrible castigo. Los hombres del clérigo llegaron a examinarla, descubriendo otros terribles actos: había sido castigada a latigazos, además de haberle lastimado la boca por haberle puesto freno, como los animales.

¿Qué pasó?

Según reflexiones posteriores de religiosos, eso fue un castigo que recibió Juana, nombre que poseía la mujer. Ella no debía estar con un hombre de Dios, por lo que terminó siendo castigada de esta manera.

Fue entrega al demonio, quien encontró este método para castigar su osadía. Es una forma de recordar que una mujer no debería involucrarse con un clérigo, sacerdote o ningún consagrado a Dios.

Se dice que no tuvo cristiana sepultura ni nada parecido. Hoy en día, la calle de la puerta falsa de Santo Domingo, lugar donde se llevó a cabo esta historia, es más conocida como la calle República de Perú, en la Ciudad de México.