La leyenda del tunkuluchú, el ave mensajero de la muerte

¿Oído alguna vez la leyenda del tunkuluchú? Para la gente de hoy en día puede sonar como una palabra curiosa de origen maya. Pero para los antiguos pobladores del sureste mexicano, era un sonido de muerte.

El tunkuluchú es también conocido como tecolote, un ave muy misteriosa que sobrevolaba por los pueblos y ciudades. Era temido ya que según se dice, su canto anunciaba que alguien moriría, es el mensajero de la muerte.

El origen de esta creencia no está muy claro ni porque se dice que moría la gente. Incluso, algunas historias hablan que la lechuza misma es la que termina por causar la muerte de las personas de manera voluntaria.

Cuando el tunkuluchú canta…

tunkuluchú mensajero de la muerte

Algunas otras personas tenían otra creencia más firme, que en realidad era una bruja convertida en ave. O que era un ave del inframundo, aunque también circula otra historia algo más profunda sobre ella.

En esta, se dice que hubo un tiempo que fue el ave más sabía de todas. Que los demás animales del reino, cuando tenían alguna duda, acudían a ella esperando obtener una respuesta de su sabiduría.

Gracias a esta posición, un día recibiría una invitación en donde buscaban que fuera a una fiesta que se realizaría en el palacio del reino. Acudió, para sorpresa de todos, porque por lo regular no se dejaba ver por esos lugares.

Por su sabiduría, hubieran pensado que era un ave completamente seria, pero no es así: llegó un momento en donde cada una de las aves pasó a contar un chiste, una historia para hacer reír a los demás.

Pues resulta que el tunkuluchú ya se encontraba bastante bebido, por lo que contó un gran repertorio de chistes, todo mientras intentaba mantenerse de pie. No siempre lo lograba, solía terminar tumbado en el piso.

En eso, pasó un maya, que parecía haber tomado mucho licor maya. Se detuvo a ver el espectáculo. Cuando vio al tunkuluchú, movido por su borrachera, decidió tomar una pequeña rama ahí cerca.

Entonces, empezó a picar las patas del ave y a perseguirla. Los otros pájaros, pensando que todo era parte del espectáculo, morían a carcajadas viendo tan lamentable acto.

Los búhos no salen de noche…

Al día siguiente, el tecolote se encontraba triste. Ya estaba completamente en sus cabales, pensando que había hecho el rídículo la noche anterior. Por tal motivo, ya no volverían a tenerle el mismo respeto de antes.

Y sabía que gran parte de la culpa la tenía el maya que lo ridiculizó con la rama, así que tramó un plan: empezó a pasar cada vez más y más tiempo en el cementerio. Tanto, que aprendió a reconocer el olor de la muerte.

Ahora, con ese nuevo conocimiento, cuando sabe que una persona va a morir, se pone a cantarlo por fuera de su casa. Esto terminará por causar temor, ya que eso significa conocer pasar tus últimas horas con el miedo de saber que morirás.

Poco a poco, la gente empezó a darse cuenta de este hecho. Por eso se dice que cuando el el tunkuluchú canta, es porque alguien va a morir.